Mi palomita mensajera

Bastó con leer dos párrafos para entender que el mensaje tenía dedicatoria y que era necesario dejar de herirnos.

Nos rehusamos a escuchar que ya era suficiente y en el afán por terminar con la cabeza en alto podíamos seguir veinte años más alimentándonos de agravios y resentimientos.

Se acabó, recibimos la visita de una hermosa paloma mensajera que traía la encomienda de un ángel maravilloso que nos ama incondicionalmente, nos ha pedido dejar el dolor de lado, dejar de herirnos y continuar de frente con nuestra vida.

Esas no fueron las palabras literales que leimos pero es exactamente lo que entendimos, ¿para qué lastimarnos si un día nos amamos tanto?

Hoy se terminó y se acabó en paz, pudimos superar estar en el  mismo lugar y no acercarnos ni tampoco huir, pudimos vernos a la distancia  sonreirnos y decir adiós.

Una historia tan especial no podía tener un final cualquiera.

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